La “Due Diligence” o Auditoría de Riesgos es uno de los términos más utilizados dentro del mundo empresarial, y al contrario de los que muchos piensan, no se trata de una auditoría, aunque se tomen como sinónimos.
Una auditoría de cuentas se centra normalmente en los estados financieros o contables de una empresa, sin prestar más atención al resto de variables que puedan influir en la misma. Sin embargo, la Due Diligence va más allá e implica hacer una radiografía total de la empresa, es decir, además de analizar la empresa numéricamente, investigar aquellos aspectos que afectan intrínsecamente a la empresa.
Una Due Diligence consiste en la revisión detallada del negocio objeto de una futura operación con el objetivo principal de confirmar o desestimar todas las hipótesis de carácter financiero, legal, comercial, fiscal y laboral sobre las que se ha tomado la decisión de adquisición. La realización de este tipo de estudios reduce el riesgo de la transacción, y aporta al comprador de una sociedad una evaluación independiente, objetiva y detallada de la misma, revisando especialmente la existencia de pasivos ocultos o contingencias en todas y cada una de las áreas objeto de revisión.